Desde el ombligo del mundo

Frans van den Broek 

Como es bien sabido, los seres humanos tendemos a mirarnos al ombligo en cuanto tenemos oportunidad -figurativa, cuando no literalmente-, y como los Incas no fueron menos humanos que el que más, por más que se empeñe el nacionalismo en dotarlos de cualidades sobrehumanas, declararon su capital, Cusco o Qosqo, el ombligo del mundo. Desde aquí se generó uno de los imperios más grandes que ha conocido la humanidad, como siempre a base de conquistas y apropiaciones, antes que de pactos o concesiones. 

Pues bien, como las costumbres humanas persisten a través de los siglos, el Perú declaró este año el año de Machu Pichu, debido al hecho de que hace 100 años el americano Hiran Bingham se dejara guiar por alguien de la localidad para atribuirse el descubrimiento de la conocida ciudadela, que se ha convertido en la atracción turística más visitada del Perú y, a raíz de una votación de dudosa calaña, en una de las maravillas del mundo. Cusco, por tanto, y Machu Pichu, se convirtieron oficialmente por ello en el ombligo del Perú, al menos mientras duren las celebraciones.  Sigue leyendo