Frans van den Broek
Si bien no son tantas como las dedicadas al crimen o la guerra (por mencionar dos temas al azar con abundante representación literaria), el mundo del periodismo ha inspirado una buena cantidad de obras de arte, sobre todo, como es natural, en la narrativa y el cine. La primera dificultad para el escritor que escoge este tema es, por tanto, el encontrar un modo original de abordar el tema, no porque la originalidad sea un valor necesario en la literatura, sino porque la repetición le impone condiciones de elaboración más estrictas aún, si es que la novela pretende hacerse de un lugar en el competitivo mercado de hoy en dÃa. Tom Rachman prefiere apostar por la primera opción, y lo hace de modo formal y temático.
The imperfectionists renuncia a la estructura narrativa convencional de una novela, esto es, a un argumento, o serie de argumentos que se entrelazan de modo continuo hasta el final, con personajes que evolucionan en el transcurso de la narrativa. Su novela, en cambio, le presta la estructura a aquellos libros de cuentos en los que aparece el mismo personaje principal en todos, pero lo hace dedicando cada capÃtulo, que se puede leer hasta cierto punto como un cuento independiente, a un personaje diferente. Lo que los une a todos es que trabajan para el mismo periódico, y las referencias que se hacen de uno u otro en los capÃtulos que no se ocupan de ellos. Rachman enmarca estas historias, además, en la historia del periódico mismo y su fundador, que se desarrolla en entradas breves antes de cada capÃtulo. Este marco, claro está, hace referencia también a elementos importantes de los otros capÃtulos. El resultado es eficiente y bien estructurado, y permite una lectura ágil y muy entretenida. Esto último depende también en buena medida del tema, que es el segundo aspecto en el que Rachman hace residir la originalidad de la novela.
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