Nuestro horror

Diego de Ojeda

Era el último invierno, el más frío de esa guerra, y las carreteras estaban cubiertas de nieve, sobre la que llegaron andando esos quince niños de entre ocho y doce años que iban contemplando los árboles como miran los niños pese a su extrema delgadez.

Sorprendidos, los guardias reaccionaron con desconcierto ante su aparición, pero no duró demasiado. Algunos fueron a buscar a los perros y volvieron bromeando, riéndose a carcajadas. Los niños parecieron interpretar que venían para escoltarlos y siguieron acercándose a ellos hasta que los guardias sacaron sus porras y empezaron a golpearlos. Los niños echaron a correr y dio comienzo la terrible cacería.

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