El miedo de los autores

Lobisón 

En 1978 Kaka de Luxe, el grupo seminal de la movida madrileña, cantaba con entusiasmo: ‘Pero qué público tan tonto tengo, pero qué público tan anormal’. Independientemente de lo acertado o no del diagnóstico, aquello sonaba como una provocación. Cuarenta y pico años después, se ha formado en España un coro de autores y creadores, movidos no por el afán de provocar, sino por una profunda convicción moral, que repiten a cada paso: ‘Pero qué público tan ladrón tenemos, pero qué público tan ilegal’.

No sólo eso, sino que olvidando la pose expresiva del ethos creador, a menudo se calientan y dejan claro que ellos sólo están en esto por el dinero. No parece un buen ejercicio de relaciones públicas, y en la mayor parte de los casos probablemente no se ajusta a la verdad. ¿Cómo hemos llegado a esto? Por el miedo, claro, por ese miedo obsesivo que percibió Amador F. Savater en su cena en el Ministerio de Cultura. El problema podría ser que los autores han sido secuestrados por los editores y distribuidores y son víctimas del famoso síndrome de Estocolmo.

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