Frans van den Broek
No hace mucho ha aparecido en España, por fin en un volumen, la colección de los cuentos completos de Julio Ramón Ribeyro. Para muchos será, me imagino, la primera oportunidad de leer a este autor peruano (1929 – 1994), al cual ya me he referido en varias ocasiones en este lugar, ya que su obra, a diferencia de la de otros compatriotas, como Bryce Echenique o Vargas Llosa, no ha tenido un lugar prominente en las estanterÃas de las librerÃas o en los currÃcula de las universidades o institutos. En Perú, sin embargo, es uno de los autores más queridos del siglo pasado y me atreverÃa a decir que más leÃdo que el mismo Vargas Llosa o hasta que el propio Arguedas. Las razones son varias, pero una de ellas ha de ser el hecho de que se distinguió sobre todo en el género del cuento, mucho más accesible que las voluminosas novelas de algunos de sus contemporáneos. Pero también porque su prosa es lÃmpida y desprovista de toda retórica, y sus cuentos tratan de temas que cualquier peruano puede reconocer al instante, y hacerlo a la vez con desapego y compasión, uno de los signos del genio literario. Cada peruano, según su experiencia propia, su procedencia, su clase o raza, se sentirá más o menos atraÃdo por alguno de los cuentos de Ribeyro. Estoy seguro, sin embargo, que todo peruano se encontrará reflejado en alguno de ellos, pues su rango temático es muy amplio, y comprende distintas zonas del paÃs, distintas culturas y clases, y persigue, a su modo, el utópico ideal de las novelas totales, esto es, reflejar toda una sociedad, iluminar la historia de un paÃs.