Millán Gómez
Este fin de semana la actualidad informativa estará centrada en la llegada del Papa a nuestro paÃs. Durante su estancia, visitará Santiago de Compostela y Barcelona. Qué decir tiene que el despliegue de medios de comunicación, policial, logÃstico, etcétera va a ser espectacular. Austeridad, lo que se dice austeridad, más bien poca. De hecho, movimientos cristianos de base han criticado el excesivo coste económico que para las arcas públicas supone este viaje. En el caso de Compostela asciende a tres millones de euros, lo doble que Barcelona a pesar de que Benedicto XVI estará más tiempo en la Ciudad Condal que en la capital gallega. Ya saben, estas cosas que tiene Tertuliano Feijóo.
Vivimos en un estado laico en la teorÃa pero no en la práctica. El Papa puede visitar España cuando le venga en gana pero deberÃa ajustarse a unos principios que tanto defiende verbalmente el cristianismo y que luego ellos mismos ignoran mientras silban mirando hacia otro lado. Y más en tiempos de crisis donde la Iglesia deberÃa dar ejemplo y no realizar gastos innecesarios y que papá Estado abone la cuenta. En este paÃs, la institución eclesiástica tiene unos privilegios desmedidos y a los que nadie parece hacer frente. Su poder es insultantemente superior a su influencia. Poco más de la mitad de los jóvenes españoles son creyentes y en los últimos 18 años la fe cristiana se ha reducido en este paÃs en un 14 %. La Iglesia deberÃa hacérselo mirar. Es una verdadera pena que su particular diccionario no contenga la palabra “autocrÃticaâ€.