Frans van den BroekÂ
Libros como el de Edward Said, “Orientalismo†(para mencionar sólo uno, de cuya calidad puede dudarse, pero no de su cantidad de lectores), y una larga historia de descolonización, comercio global y posmodernismo militante nos han habituado a la suspicacia a la hora de juzgar obras como la tratada aquÃ. Dondequiera que una novela procure representar el encuentro de dos o más culturas diferentes, sobre todo cuando una de ellas es la cultura blanca y occidental, el crÃtico –o el lector asà inclinado- se siente casi en la obligación de descubrir tejidos jerárquicos de poder, o narrativas de la opresión tácita o flagrante del Otro, o una idealización exótica y denigrante del habitante del mundo no occidental; en general, signos de una actitud prejuiciosa para con quien no comparta la cultura superior de la Ilustración. No siempre esta suspicacia estará justificada, por supuesto, y no faltan casos en los que el lector permanecerá en la duda sin remedio.