Sistema de bienestar (V)

Frans van den Broek

La colega que tendría a Rafiri en su grupo pidió conversar con Fernando, para saber algo del cliente, como era habitual antes del inicio de un curso. Normalmente disponía el consultor de un informe previo, pero en este caso se había retrasado por la misma carga de trabajo y tendría que pedirle información a Fernando de manera personal. Fernando no vio esta perspectiva con buenos ojos, pues la colega era atractiva, y a él le perturbaba hablar con mujeres guapas con las que sabía no tenía la más mínima posibilidad de seducción. Además, la mujer tenía un carácter dominante que asustaba al hombre más terciado. Pero cumplió con su deber de modo estoico, advirtiendo a Jacqueline que Rafiri tenía problemas, contándole más o menos su historia, sin exagerar o dar demasiados detalles, y recomendándole hacer uso de un trato paciente y poco directivo, aún a sabiendas de que esto último era poco menos que imposible para ella.       

Llegó el lunes y Rafiri apareció para el curso, que tomaba todo un día entero por semana en el local, durante ocho semanas. Las sesiones del entrenamiento se sucedieron sin problemas, y Fernando pudo ver a Rafiri por la tarde sentado en el cuarto de computadoras, buscando vacantes, y hasta se saludaron, pero Fernando no se detuvo, cauteloso por su reacción del otro día, y también algo herido, debía reconocerlo, porque él se había portado bien con Rafiri, mientras que este lo había acusado de negligencia laboral. Al día siguiente le preguntó a Jacqueline cómo se había comportado Rafiri, y ella le dijo que bien, aunque de modo muy retraído. No había dicho nada, no había conversado con sus compañeros de curso, si bien había hecho todos los ejercicios con facilidad. Todo el tiempo había estado serio y callado.

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