Delirios sindicales

Javier

Por si ustedes no se han enterado les contaré que el pasado día 29 de junio, coincidiendo con el segundo día de la huelga de los trabajadores de Metro de Madrid que acaparaba el interés informativo por su repercusión sobre la vida de varios millones de ciudadanos,  en Euskadi se vivía una jornada más de huelga general convocada por los sindicatos abertzales para protestar contra las medidas de ajuste económico del gobierno de Zapatero y, de paso, mostrar su voluntad de diferenciarse respecto a  la convocatoria de  CCOO y UGT para el próximo 29 de setiembre, esa insólita huelga diferida. 

El éxito de la huelga fué más que discretito pese a la apabullante sopa de letras de la convocatoria -a los sindicatos abertzales se sumó, en esta ocasión CCOO-,  y su incidencia en determinados sectores fue determinada, como aquí es habitual, por el mayor o menor éxito de la intimidación violenta y el bloqueo de los medios de transporte. Nada nuevo. En la administración pública vasca apenas obtuvo un 5% de seguimiento. Que, por cierto, era lo que cabía esperar visto el nulo éxito -por no decir, estruendoso fracaso-, que había cosechado , en Euskadi como en el resto de España la convocatoria especificamente dirigida, días atrás,  a los empleados públicos en contra del recorte de sus retribuciones. Tal vez los estrategas del sindicalismo vasco llegaron a imaginarse que si los empleados públicos no habían reaccionado con demasiado entusiasmo contra sus recortes salariales cambiarían de actitud al verse acompañados en esta ocasión por los combativos trabajadores de la empresa privada. Ni por esas. El seguimiento del paro en el sector privado  osciló, según los territorios, entre un 19 y un  25%. Los sindicatos nacionalistas, los padres de la iniciativa, consideraron -con prudencia insólita en el uso de los calificativos -,  que la experiencia había sido “satisfactoria”. Como es habitual dejaron las exageraciones para describir  la “brutal” y “salvaje” actuación de la ertzaintza, que no les había dejado explayarse a sus anchas tanto como les hubiera gustado. Y es que en Euskadi el guión obliga a unir “actuación policial” con “salvaje” y “brutal”. No tiene mayor importancia, está ya en el folklore. De hecho, la huelga general contra el ajuste en Euskadi sólo fue noticia, muy fugaz, por los asuntos de orden público. Unos pocos contusionados y otros pocos energumenos detenidos. Veinticuatro horas despues de finalizada nadie ha vuelto a hablar del asunto. El folklore no da para más.

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