Lobisón
Cuentan que en los años sesenta, cuando en todo el mundo se hablaba del ‘milagro alemán’ por la espectacular reconstrucción del paÃs tras la guerra, los alemanes se indignaban. ‘¿Milagro por qué? Milagro será lo de Austria: nosotros trabajamos’. Este malvado chiste podrÃa resumir la ideologÃa alemana: ellos trabajan, se lo ganan todo por el propio esfuerzo, y sus vecinos prosperan de milagro o a costa suya.
Hay estudios que sostienen que los alemanes trabajan menos que sus vecinos europeos y que los norteamericanos, pero que su productividad es mayor gracias a su ventaja en tecnologÃa y capital fÃsico. Pero lo que cuenta ahora no es la realidad sino cómo se interpretan los hechos: Alemania recuperó el crecimiento en el segundo y tercer trimestres de 2009 habiendo mantenido el déficit en el 3,3% del PIB, sin dejar que las cuentas se les dispararan.
La recuperación alemana convenció a los mercados de que habÃa llegado de nuevo la hora de la ortodoxia, y que los paÃses con déficits altos —superiores al 10% del PIB en algunos casos— debÃan comenzar a recortarlos. Y ésa es, además, la doctrina oficial de la UE, que exige a los paÃses miembros del euro volver al 3% en 2013. En cierto sentido la especulación contra la deuda griega —y la de los paÃses que podrÃamos venir después— es una consecuencia de la recuperación alemana en 2009.