Nacho de noche

Verlitas

NOTA DE ALGUIEN: Dada la actualidad de uno de los miembros de la Comisión de Seguridad Vial, que es uno de los personajes centrales del artículo de Verlitas «Si ellos son España, yo me exilio», publicado en este blog el 7 de octubre 2007, me he permitido solicitar a su autor el permiso para volver a publicarlo con el nuevo título «Nacho de noche», a lo que Verlitas ha accedido encantado. Desde aquí, yo le doy la más calurosa bienvenida a este su blog.

A Nacho Uriarte le duele esta España rota por el Anticristo, esta rojigualda enseña ultrajada por los separatistas en connivencia con el Anticristo, esta monarquía chamuscada por los cómplices del Anticristo, ánimo, camaradas, no todo está perdido aún, os lo digo yo, Nacho Uriarte, aquí estamos para lo que haga falta y el próximo doce volverán a las calles la banderas victoriosas al paso triste de esta paz incierta que nos trajo el Anticristo. Nacho Uriarte es el presidente de Nuevas Generaciones del PP. El Anticristo es Zapatero. Y el doce es el día de la Raza. Lo mismo que Millán Astray, manco y tuerto pero generalazo, creó el grito ¡A mí la Legión! y lo expandió por collados magrebíes para acojone de rifeños harapientos, lo mismito el legionario Nacho Uriarte al grito de ¡A mí la Bandera! el doce del mes en curso capitaneará sus huestes por los caminos de la dolida España para propalar a los cuatro vientos el hermoso eslogan de ¡Somos España! Legionario Uriarte, he aquí un patriota fetén, a tus órdenes, saluda en posición de firmes su disciplinado batallón dispuesto a celebrar por todo lo alto la efemérides del doce, será un alborotado homenaje a España, a la Bandera y a su Himno que no tiene letra.

URGENTE. STOP. NECESARIO LETRA HIMNO NACIONAL. STOP. PRÓXIMO 12 BANDERAS A LA CALLE. STOP. LA PATRIA TE NECESITA. STOP. CONTAMOS CONTIGO. STOP.

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Carta abierta a Rosa Díez

Millán Gómez

Rosa, sus declaraciones del otro día en el programa de Iñaki Gabilondo representan una auténtica falta de respeto a quienes como yo hemos nacido en Galicia. Gallego es todo aquel que ha nacido o vive en Galicia. Dicho gentilicio no tiene ningún sentido peyorativo y mucho menos varios pues, usted, en sus profundas y analíticas declaraciones, habla del “sentido más peyorativo”. Es decir, según su señoría hay varios grados pero prefirió acentuar el más grave. ¡Para qué vamos a andar con moderación! ¡Mejor el extremo, mujer! Claro que sí. Ahí tiene razón, no se lo discuto. Hace tiempo que la hemos “calado”. Ya no engaña usted a nadie o, en su defecto, a cada vez menos personas. Afortunadamente.

Usted no se ha disculpado. El problema, por lo visto, es nuestro. Según usted hemos utilizado sus palabras con el objetivo de desacreditarla y no sé cuántas sandeces más. Mentira. Usted se desacredita por sí misma cada vez que abre la boca. Yo entiendo que su ignorancia no le permite describir a Zapatero o a Rajoy con más de dos líneas. Eso ya lo sabíamos de antes. No nos pilla de imprevisto. Ya le he dicho que la tenemos “calada”. Pero, mujer, yo creo que podría usted estirar un poco más la cuerda y decir, qué sé yo, que Zapatero es un hombre, un político o algo así. Incluso el Presidente del Gobierno. Yo creo que incluso hasta usted sería capaz de decirlo. Fíjese si le doy el beneficio de la duda. Mire, aquí también echo por tierra, porque soy gallego y a mucha honra, ese viejo estereotipo infundado de que somos desconfiados. Pues no. Yo confío mucho en la gente, incluso demasiado, y, sobre todo confío en la gente que aprecio, la mayoría gallega. Y a esta gente que quiero no me la encuentro a diario en la escalera y me dicen “mira, Millán, no sé si subir o bajar”. No. Somos un país emigrante y trabajador, sabemos a dónde vamos y lo que queremos aunque muchas veces hayan meado por nosotros y hayamos dicho que llueve. Usted sabe lo que quiere pero no a dónde va. Pero esto último ya se lo digo yo, no se preocupe. Usted se ha deslegitimado por sí sola en Galicia porque en este país sus ideas no representan a absolutamente nadie.

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Poesía y locura: Martín Adán

Frans van den Broek 

¿Por qué la genialidad va tan a menudo aparejada al desequilibrio mental? ¿Por qué la poesía, en particular, se ha asociado desde antaño a la locura o al éxtasis? Estas son preguntas que han inquietado a la humanidad desde sus inicios, como lo demuestra el examen de las literaturas y filosofías antiguas, así como los estudios etnológicos o arqueológicos. Las respuestas, como es natural, dependen del ámbito cultural en las que se ofrecen y, por lo demás, debemos reformularlas en nuestros términos para comprenderlas. Esto es, lo que entendemos como enfermedad mental hoy no es lo mismo que entendía un griego o un escita, aunque es legítimo suponer que ciertas formas de comportamiento extravagante o delirante tienen similitudes suficientes como para agruparlos en la misma categoría. 

Como fuera, la relación existe y es más o menos ubicua, desde la manía platónica hasta el poeta romántico. En Perú tenemos incluso un poeta cuya conciencia de la relación fue menos genérica que personal, y le llevó a decidir, por cuenta propia, recluirse en el manicomio durante los últimos decenios de su vida. Martín Adán, seudónimo de Rafael de la Fuente Benavides, es uno de los más importantes poetas latinoamericanos, si bien su calidad como poeta no corresponde con su difusión o reconocimiento en el mundo hispanohablante, ya que es muy poco conocido fuera de las fronteras de su país, y aún en el mismo, y esto por varias razones. La principal, sin duda, es la dificultad de su poesía, pero a esto se aúna la propia personalidad del escritor, quien huyó de los rigores del mundo, y no se preocupó de cuidar su legado literario, ni de publicar sus poemas o de ensanchar su fama, a diferencia de muchos otros de menor calidad, como su compatriota Chocano o como el intenso, pero no pocas veces retórico Pablo Neruda.

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Ojos que no ven

Lope Agirre

“Ojos que no ven” es la terrible historia que nos cuenta J. Á. González Sainz.

Podía haber sido escrita, aunque de otra manera, por muchos de los miles de emigrantes (o, en su defecto, por alguno de sus descendientes) que, en una época determinada, vinieron al País Vasco buscando un trabajo digno y, en consecuencia, mejores condiciones de vida para los suyos. Fue una época de cambios bruscos, no asimilados, o no asimilados completamente, que plantaron la semilla del bienestar actual, pero también la planta del veneno que nos corroe y que no nos da sosiego ni tregua, ni paz. Un hombre, imposibilitado para poder seguir trabajando en su tierra natal, llega a un pueblo vasco, cuyo nombre no se especifica. Encuentra un empleo en la industria, compra una casa en un horroroso bloque de viviendas, todas iguales, e intenta salir adelante. Al final, la maldita crisis lo retirará de la fábrica, y volverá a su pueblo. Mientras tanto, o en ese intermedio, será testigo, no consciente del todo, de los cambos que sufrirán uno de sus hijos y su mujer, ambos imbuidos de las ideas radícales.

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A vueltas con la Economía Sumergida (y III).Comparativa y algunas conclusiones

Sicilia

¿Cuáles son los factores que influyen en que haya un mayor o menor nivel de economía sumergida en un determinado país? ¿Crece o decrece ésta con la actividad económica? ¿Hay recetas para reducir la economía sumergida?

Estas son las preguntas que realmente nos gustaría contestar a nivel práctico sobre este particular y como otras veces, no hay una respuesta sencilla ni inequívoca, tan solo indicios proporcionados por los trabajos que al respecto se han realizado. A la luz de los resultados de dichos trabajos se pueden inferir algunas conclusiones, siempre teniendo en cuenta que cada trabajo hace una serie de hipótesis de partida discutibles, que sin embargo vamos dar por buenas. Advertido entonces que esto no es Física, adelante.

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Rajoy y los mercados

Lobisón

Los asesores en comunicación política tienen sus propias leyendas. Una de ellas es la de un candidato (chileno, y de hace bastantes años) que, aconsejado para que anunciara algunas medidas que sorprendieran a sus rivales y llamaran la atención de sus seguidores, señaló en un momento de su discurso que iba a hacerlo así, explicando que se lo habían sugerido, que las medidas debían ser pocas para que fuera fácil recordarlas, que debían sorprender a sus adversarios, etc. Es decir, contó lo que le habían dicho sus asesores en vez de hacer lo que le habían pedido.

Rajoy no llega a este extremo de ingenuidad, pero le falta poco. Consciente de que se le acusa de falta de propuestas, insiste en que no es posible llegar a acuerdos con el gobierno si éste no rectifica y acepta las propuestas del PP… pero sigue sin revelar cuáles son éstas. La primera razón es probablemente que no las tiene, y que a lo más que llega es a proponer acciones en campos determinados. Como le sucedía cuando, hablando de un sarkozyano ‘contrato de integración de los inmigrantes’, no llegaba más lejos de pedir que los inmigrantes se comprometieran a cumplir las leyes españolas.

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Oportunidad perdida

Millán Gómez

La sesión celebrada esta semana en el Congreso de los Diputados no ha aportado avances para la solución de la crisis. El PP ha perdido una nueva oportunidad para presentar una alternativa seria al Gobierno actual. Ni come ni deja comer. Por un lado, hace suya la táctica del mínimo esfuerzo al no presentar iniciativa económica ninguna ni arrima el hombro y, por otra parte, simplemente trata de crispar el ambiente con el objetivo de erosionar al Ejecutivo en beneficio electoral propio. Es legítimo pero no ético. Diferencia sustancial.

Rajoy reconoció en la Cámara Baja que su objetivo pasa por una moción de censura. De todos modos, también demostró que no tiene los apoyos suficientes. En varios momentos se encontró sin respuesta ante el discurso y posteriores intervenciones de Zapatero. El PP tiene un problema grave: su candidato no cuenta con el liderazgo interno suficiente como para poder gobernar este país. Si es no es capaz de ordenar su propia casa difícilmente podrá gestionar el día a día de este país como Presidente del Gobierno. Asimismo, sus dos derrotas electorales anteriores le restan credibilidad ante una ciudadanía que, si bien no está ni mucho menos satisfecha con la política emprendida por el Ejecutivo, tampoco contempla certidumbres en el partido llamado a llegar a La Moncloa a corto, medio o largo plazo. Rajoy está ante su última oportunidad y lo debería saber. Probablemente es consciente pero no hace nada por exprimirla. El objetivo vital de una persona siempre tiene que ser trabajar lo máximo posible por un fin determinado porque sólo así cuando abandones tu carrera profesional podrás estar satisfecho contigo mismo. Dudo mucho que Rajoy pueda estarlo a día de hoy. A tiempo está de rectificar.

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Cunit como síntoma

Barañaín

Hace unas semanas hubo mucho revuelo por el intento del Ayuntamiento de Vic de impedir el empadronamiento de inmigrantes en situación irregular; no lo ha habido tanto, ni muchísimo menos,  por  el lamentable episodio ocurrido en la localidad de Cunit (Tarragona), pese a que ambos asuntos pueden considerarse, en cierto modo, como las dos caras de una misma moneda. O como dos enfoques, igualmente distorsionados y preocupantes,  de los problemas derivados del impacto social de  la inmigración sobre todo si los inmigrantes pertenecen a grupos étnicos como el magrebí, en los que el bajo nivel cultural y el fundamentalismo de su religión musulmana dificultan su integración social.

En Cunit, ha llegado a los tribunales la denuncia de Fatima Ghailan, marroquí y musulmana, que trabaja como “mediadora social” para su Ayuntamiento, por el acoso padecido por parte de algunos miembros de la comunidad islámica, entre ellos el imán y el presidente de la asociación islámica de la localidad. El acoso se inició nada más conseguir la víctima  el empleo municipal. El hecho de estudiar un master, trabajar, hablar un castellano y un catalán perfectos, no cubrirse con  pañuelo, conducir su propio vehículo, relacionarse con personas no musulmanas, etc. eran, a ojos de los fanáticos,  rasgos tan  intolerables de su pecaminoso estilo de vida occidental que intentaron no sólo intimidarla a ella sino conseguir tanto su despido por parte del ayuntamiento como su aislamiento social y el de su familia en el seno de la comunidad magrebí.

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Ser bestia o no ser: “El cojo y el loco “de Jaime Bayly

Frans van den Broek 

Para quienes estén familiarizados con sus novelas, la única sorpresa que le deparará la lectura de la última novela de Jaime Bayly, “El cojo y el loco”, será el hecho de que por primera vez una novela suya no incluya el destino de algún personaje al que pueda considerarse como un alter ego del autor. Este reconocimiento tiene como presupuesto una intimidad no sólo con las novelas, sino con el escritor mismo, algo que en su patria de origen jamás ha sido difícil, pues Bayly es tan conocido que desde hace un tiempo hasta se le pide que se presente a las elecciones presidenciales, algo de lo que Bayly, de momento, se burla. Dicho de otro modo, entre el autor y el hecho de escribir sus novelas se ha gestado una complicidad que las haría inexplicables si uno de estos factores estuviera ausente.

Jaime Bayly es un periodista peruano que entró en la escena nacional muy pronto, a través de la televisión, sobre todo como entrevistador en programas de corte político. Bayly procede de la burguesía limeña, como tantos intelectuales peruanos, y su apellido traiciona sus raíces foráneas. Sus primeras apariciones lo muestran como un mozalbete aplicado y serio, de porte atractivo e imberbe, algo vanidoso, tratando de impresionar en un medio en el que se pierden no pocas vocaciones. En cierto momento de su incipiente carrera se atrevió a preguntar al también joven Alan García, futuro presidente del Perú, por sus presuntas visitas a una clínica psiquiátrica, y si era cierto que debía tomar litio para estabilizar su personalidad (que sería bipolar tendente a la manía). El atrevimiento le valió su trabajo y el ostracismo durante mucho tiempo, ya que García ganó las elecciones y se embarcó en uno de las gestiones gubernamentales más desastrosas de las que el Perú tenga memoria, un país, como se sabe, proclive a gobiernos insulsos.

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¿Quién quiere terminar con Garzón?

Aitor Riveiro

La carrera del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón vive uno de sus momentos más delicados cuando la situación de España y la suya propia menos invita a ello. El magistrado que puso sobre la mesa los crímenes de estado, la financiación ilegal de partidos políticos, que ‘metió mano’ por primera vez y de forma contundente a los clanes gallegos de la droga, que dio el salto a la política para luego volver a la Audiencia, que encausó a Pinochet y a otros dictadores latinoamericanos, que puso cerco a HB y a lo que se denominó en su día “entorno de ETA”… En resumen, una persona que ha golpeado siempre a diestra y siniestra sin, como recordaba un editorial al respecto publicado por ‘Los Ángeles Times’ el pasado día 15, tener en cuenta la ideología.

¿Por qué ahora? La respuesta parece clara: porque ahora pueden. ¿Y por qué ahora pueden? Porque es un muñeco usado y manoseado por todos que ha cumplido sobradamente las distintas misiones que le han ido encomendando desde mediados de los 80. Un muñeco que sobra y que ya nada puede aportar a los intereses a los que, consciente y/o inconscientemente, ha servido.

La cuestión, no obstante, sobra. O, por lo menos, resulta intrascendente. Garzón ha rozado, cuando no rebasado, los límites en multitud de ocasiones, ha estrujado la ley, reinterpretado la norma a su antojo o servicio; probablemente con buenas intenciones (quizá no siempre), pero al fin y al cabo actuando como un déspota ilustrado que parecía saber en cada momento qué necesitaba el país y cómo podía él proveerlo, aunque fuera mediante mecanismos contrarios a derecho, muchos de los cuales hubieran sido cortados de raíz de no ser porque los momentos históricos y políticos influyen, por desgracia, en la Justicia.

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