Millán Gómez
Zapatero se ha convertido en las últimas semanas en el centro del debate polÃtico por una cuestión que va más allá de su gestión diaria. Estamos hablando de su decisión de presentarse nuevamente como cabeza de lista socialista en las elecciones generales de 2012 o bien echarse a un lado y dejarle el puesto a otro compañero o compañera de partido. Llama poderosamente la atención el hecho de que esta cuestión haya calado en la discusión mediática pues aún restan más de dos años para los próximos comicios generales. De hecho, aún no hemos alcanzado el ecuador de esta legislatura.
La crisis ha desgastado a Zapatero. Es evidente. Quizás más que la situación económica su mayor lastre fue enredarse con el debate semántico sobre si nos encontrábamos en una “crisisâ€, en una “desaceleración económica†o en qué diablos estábamos. El hecho de que los datos apuntes a que España será la última potencia económica de la zona euro en salir de la recesión no ayuda sino todo lo contrario en mostrar una buena imagen económica del Gobierno. A pesar de ello, la falta de alternativa en los bancos de la oposición permite a Zapatero mantenerse relativamente optimista pues ya ha vencido en dos ocasiones a Rajoy y ya saben que dicen que no hay dos sin tres. A su favor juega también la división interna en las filas del PP donde ayer vivimos un nuevo capÃtulo con las declaraciones de Esperanza Aguirre a un micrófono indiscreto llamando “hijo de puta†a alguien de su entorno, previsiblemente Gallardón. Sigue leyendo