Crónica de una fábrica

Julio Embid 

Ayer nos desayunábamos con la noticia de que General Motors, el gigante consorcio norteamericano de fabricación de todo tipo de vehículos y automóviles ya no vende. Tras seis meses de negociaciones, rompe las suyas con su principal comprador, el grupo austrocanadiense Magna. En este periodo, GM había pasado por un concurso de acreedores el 2 de junio de 2009, con una deuda de 172 mil millones de dólares, y la propiedad fue adquirida en su mayoría por el Gobierno norteamericano de manera temporal, para sanear y dividir la empresa y luego poder venderla. En realidad Magna solo pensaba comprar la división europea de General Motors, que compone las marcas de Opel y Vauxhall. Lo bueno del capitalismo es que permite trocear un cadáver y vender las partes por separado sin ningún tipo de remordimiento.

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