Millán Gómez
El Gobierno de Núñez Feijóo al frente de la Xunta de Galicia cumple cien dÃas, tiempo suficiente como para hacer un análisis sobre su gestión hasta el momento. La oposición moderada que hizo el PP al bipartito durante la legislatura pasada se transformó durante la campaña electoral en una retahÃla de malas artes para derribar a una coalición que meses antes tenÃa, según todas las encuestas y según la propia opinión del PPdeG, la reelección en sus manos. Lo que ocurrió en las urnas ya lo sabemos todos y sobre eso ya han corrido rÃos de tinta.Â
Una vez conseguida la mayorÃa absoluta, Feijóo se ha olvidado de coches oficiales y otros argumentos con los que jugó sucio durante la campaña electoral. Desde entonces no ha querido volver a hablar de esos temas. Como si nada hubiese pasado. Lo que antes eran crÃticas al bipartito ahora se convierten en silencios o incluso alabanzas. Durante la campaña, el PPdeG criticó el concurso eólico, la polÃtica del bipartito en el rural y la campaña contra incendios, entre otras materias. Ahora dicen que las cosas no eran asà y que todas estas cuestiones tienen virtudes que hay que alabar. Lo más sangrante de todo fueron unas declaraciones de Samuel Juárez, Conselleiro de Medio Rural, donde afirmaba que este verano iban a continuar con la misma campaña contra incendios que el bipartito para analizar lo que está mal y lo que bien. Es decir, que antes ponÃan a caer de un burro la gestión de la Xunta de Touriño sobre este tema pero ahora anuncian que lo van a analizar, lo que implÃcitamente indica que antes no lo habÃan hecho. Ojalá no haya incendios este verano en Galicia pero si los hay la culpa va a ser del bipartito aunque la Xunta de Feijóo haya llegado al poder hace cuatro meses. ¿Por qué tenÃa Feijóo entonces tanta prisa para ser investido presidente? Estos primeros cien dÃas han demostrado que esta nueva Xunta simplemente no gobierna sino que se dedica a cuestiones folclóricas y populistas. Todo esto no hace sino acrecentar la teorÃa que sostenemos algunos según la cual Feijóo está ardiendo en deseos por saltar a la polÃtica nacional y que Galicia le interesa poco o nada.