MelindaÂ
3. La rutina de Don ElÃasÂ
Don ElÃas decÃa que no soñaba. Se levantaba todos los dÃas igual de despierto, o eso parecÃa. SubÃa la persiana y dejaba que el aire fresco le diera en la cara al abrir de par en par las dos hojas de la ventana de su cuarto. Se tiraba al cuarto de baño y salÃa hecho una rosa: limpio, afeitado y bien oliente. Cuando se sentaba a desayunar con su mujer, Doña MarÃa, en el cuarto de estar, ya estaba trajeado y con corbata. Eran las 8:30 y la sirvienta les traÃa el café y las tostadas.