Garoña: ahora toca cumplir el programa

Barañain

Hace una semana, en  su excelente viñeta diaria en El País “El Roto” se preguntaba: «Â¿Cómo es posible que un yogur caducado haga daño y una nuclear caducada no?».  No han sido pocos los lectores que se habrán visto reconocidos en ese interrogante. Uno de ellos escribía (“Cartas al Director” 14/06/09): “A mi modo de ver, El Roto da en la diana. Yo preguntaría también: ¿por qué la gran mayoría de los Gobiernos occidentales decidieron tras el desastre de Chernóbil hacer una moratoria nuclear? La respuesta es clara: por la seguridad y por los costes económicos que supone este tipo de energía”.

 

Ese lector se extendía  en consideraciones sobre las medidas de seguridad, los costes y secuelas de un accidente nuclear para la zona afectada, el problema de los residuos, la vida útil de las centrales, etc… para concluir animando al gobierno de Zapatero al desmantelamiento de la central de Garoña  – “que sea valiente”-, y a que, paralelamente,  garantice a los trabajadores de la misma y de su zona de influencia económica una alternativa compatible con la apuesta del gobierno por las energías renovables.

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