Corrupción absoluta

Padre de familia

 

A primeros de los noventa fuimos muchos los que, abochornados después de haber sido víctimas de la ingenuidad, nos vimos forzados a abandonar para siempre aquel bonito lema de los “cien años de honradez” con el que distinguíamos al partido que apoyábamos políticamente o del que formábamos parte. Los escándalos gestados al albur del “felipismo” fueron demasiados y demasiado graves como para que pudiéramos refugiarnos en lo de la excepción que confirma la regla. Al contrario, la regla parecía haber sido no sólo la condonación de los excesos personales sino incluso, al menos en algunos casos, la incitación a la financiación ilegal del partido socialista.

 

Muchos fueron procesados y algunos fueron a la cárcel y, desde luego, el PSOE fue “desalojado” del poder que venía detentando ininterrumpidamente durante 13 años que, por otro lado, sirvieron para modernizar España desde los pies a la cabeza en prácticamente todos los ámbitos.

 

No serán pocos los que, tras leer estos dos primeros párrafos, aduzcan que fueron muchos más los casos denunciados que los probados, que Juan Guerra salió finalmente absuelto de casi todas las imputaciones que se le hicieron, como aquel dirigente de Castilla-León o aquel Ministro dimitido a cuenta de supuestas comisiones con el primer AVE. Sin duda debieron ser varios los justos que pagaron por pecadores, y algunos pagaron muy caro como el malencarado Mariano Rubio que, a fin de cuentas, no había robado nada, si mal no recuerdo. Pero otros muchos no pagaron, por supuesto, y para demostrarlo ahí sigue Txiqui Benegas, el permanente secretario de organización que salió limpio de polvo y paja de todo el escándalo Filesa.

 

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