Aitor Riveiro
Hace poco más de 16 años, un suceso conmocionó a España. El asesinato de tres niñas de entre 14 y 15 años ocurrido en Alcà sser mantuvo en vilo a la población durante meses. Incluso tras la aparición de los cuerpos de Miriam, Toñi y Desiré. Incluso tras el entierro. Incluso tras la detención de los asesinos, su juicio y su condena.
El crimen de las niñas de Alcà sser perduró durante años porque los medios de comunicación se encargaron de ello. De aquella época tengo muy presentes tres momentos: el programa ‘¿Quién sabe dónde?’, un ‘reality show’ disfrazado de servicio público; el especial informativo que Nieves Herrero montó en pleno pueblo la noche en la que encontraron los cuerpos sin vida de las tres niñas, programa que deberÃa estudiarse en todos las universidades de comunicación como claro ejemplo de sensacionalismo deleznable; ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’, el primer ‘late night’ que se emitió en España y que dedicó decenas de programas, con el padre de una de las niñas como protagonista principal, a una suerte de trama conspirativa que en nada desdeñaba a otras actuales y en la que estaban, supuestamente implicados, empresarios, guardias civiles y polÃticos.
Los protagonistas de aquéllos programas hoy no son nada en el panorama mediático-informativo español. Lobatón, Navarro y Herrero, sin embargo, crearon escuela y, desde aquél fatÃdico 1992, no sólo no hemos mejorado en el tratamiento informativo que se da a los sucesos, sino que, seguramente, hemos empeorado.
Mi opinión sobre cómo deben enfrentar los medios de comunicación los asuntos escabrosos es bien conocida en Debate Callejero y en varias ocasiones he mostrado mi frontal oposición a los despliegues que, sobre todo los medios audiovisuales, realizan para cubrir los sucesos.