¿De Reagan a Roosevelt?

Pablo Beramendi

  

Tras una campaña en la que la raza apenas se mencionó, el país entero, con Bush y Rice a la cabeza, celebra ahora la llegada de Obama a la presidencia con referencias constantes a su raza. Paradojas aparte, los votantes americanos han dado a Obama un mandato claro. La victoria demócrata refleja importantes cambios en el mapa electoral del país y en la base de apoyo de los principales partidos. Los hispanos han dado a Obama el triunfo en Colorado, Nuevo Méjico, Florida e incluso Carolina del Norte. Obama gana también entre las mujeres por amplio margen, y sobre todo domina el voto de las nuevas generaciones: el setenta por ciento de los menores de treinta años votó por el candidato demócrata. Los votantes blancos de más edad aparecen divididos (en torno a un 45% de apoyo al ganador) mientras que los afro-americanos, movilizados como nunca, fueron casi unánimes (96%). La coalición del arco iris soñada por Jessie Jackson en los ochenta se ha materializado un cuarto de siglo después. La combinación entre una nueva demografía electoral (el 40% de los nuevos votantes son minorías que no tienen miedo a un presidente negro), una campaña casi perfecta, y una situación económica e internacional extremas lo han hecho posible. Lo que Palin llamo la “real America”, la del hombre blanco, inculto, cazador y ultra religioso, la América en la que afro-americanos e hispanos no votaban y reducían el juego político a una oposición entre las elites demócratas de la costa y las elites republicanas del interior, es hoy la América del pasado. Ya empezó a serlo con Clinton, pero el robo de Florida en el 2000 y la victoria por la mínima en el 2004 gracias al voto de los evangélicos de Ohio alimentaron de nuevo la idea de que los votantes clave son los de siempre. De ahí Palin, un error motivado por pensar que el terreno de juego no había cambiado desde 2004. El nuevo juego político cambia en parte por la propia campaña demócrata y se abre a muchos grupos que participan en masa y por tanto se convierten en nuevas claves para ganar. Afroamericanos, hispanos, y jóvenes, se unen ahora a las bolsas de trabajadores blancos en Pensylvania, Ohio, Michigan, y Wisconsin.

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