El nuevo curso político

Mimo Titos

 

El reencuentro con las corbatas aparcadas en el armario durante casi un mes implica irremisiblemente el fin del asueto, la vuelta al trabajo y el inicio de un nuevo curso político. Inevitablemente ayer volvieron también los atascos kilométricos a los accesos de Madrid y de otras grandes ciudades y en menos de dos semanas los autobuses escolares nos sumirán de nuevo en el tráfico caótico. Los universitarios tardarán un poco más en volver a las aulas, como las temperaturas en bajar y las calefacciones a encenderse, pero los políticos, nuestros representantes, no van a esperar tanto.

 

Zapatero anunciaba ayer su deseo de comparecer en el Congreso para debatir las imprescindibles medidas de apoyo al empleo ante una recesión en ciernes que se anticipa como la peor desde los años treinta del siglo pasado, o al menos, así la esperan los entendidos británicos. A la desbandada inmobiliaria se sumará pronto la morosidad en otras áreas de crédito que agrietará todavía más los pilares que sustentan a la banca, con todo lo que ello conlleva: nada bueno para el común de los mortales por mucha íntima satisfacción que pueda proporcionar ver a Botín perder algo de dinero. Él deja de ganar, el resto perdemos mucho, especialmente los más humildes, muchos de los cuales verán extinguirse a las empresas para las que trabajan, lo que acrecentará todavía más sus dificultades para pagar los plazos de la hipoteca, aunque baje el Euribor, e incluso la inflación, al albur de un petróleo que ya se ha visto forzado a asimilar que la crisis va a reducir sensiblemente las faraónicas previsiones de demanda de hace tan sólo unos meses.

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