Sobre héroes y deudas

Lope Agirre  El oficio de corresponsal da para mucho, sobre todo si se posee buena memoria, algo que no está al alcance de todos los seres, ni a merced de todas las edades. Uno hace el esfuerzo de atraerse la memoria, pero la memoria se ejercita en alejarse y a veces lo consigue y a veces no. Aquel corresponsal que estuvo en París recordaba perfectamente el momento en que Emilio Romero, periodista o lo que fuere, se encontró con Cipriano Mera en una tugurio de Montparnasse. Mera que había dirigido una división de ejército en la guerra civil española trabajaba de albañil, como otros compatriotas. El corresponsal cuenta que Emilio Romero, reconociendo al viejo anarquista, le dijo: –Usted, señor Mera, que ha sido general, podría vivir honorablemente con una pensión digna sin tener que trabajar de albañil.
– ¿Y la conciencia, qué? –debió de responder Mera, que yo no estaba allí para confirmarlo.
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