Mirando por el retrovisor

Ignacio Urquizu 

En los últimos meses, la vida interna de los partidos ha centrado la atención de los medios de comunicación. Tras los comicios de mayo, el Partido Socialista llegó a la conclusión de que su organización en Madrid era un lastre para ganar elecciones. Pocas semanas después, las luchas por estar bien situado en la sucesión del PP saltaron a las portadas de todos los periódicos. Unas «incendiarias»? declaraciones de Alberto Ruiz-Gallardón fueron el detonante. Recientemente, la bicefalia del Partido Nacionalista Vasco ha concluido con la dimisión de Josu Jon Imaz. En resumen, los políticos no sólo andan con la vista puesta en las futuras elecciones, sino que de vez en cuando miran por el retrovisor, no sea que sus compañeros de partido decidan montar una conspiración. La pregunta que surge a continuación es: ¿existe algún modelo organizativo libre de problemas? Aunque parezca sorprendente, la ciencia política no tiene respuestas concluyentes, pese a que en los últimos 60 años se han escrito más de 11.500 trabajos que estudian los partidos políticos. Al margen de debates académicos, encontrar soluciones mágicas es bastante difícil: todo modelo organizativo tiene sus costes y beneficios.

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