Con los medios de por medio

Permafrost

Advertía recientemente el juez Gómez Bermúdez (sí… les suena del 11-M): “Huyan ustedes del juez que diga que no tiene ideología.��? No era una manifestación de cinismo. Por el contrario, se trata de una opinión bastante realista. Nadie escapa al peso de sus propias ideas, pero, como añadía el citado personaje, lo que la ciudadanía espera del juez es que sea “independiente, honesto, prudente y flexible.��? Creo que, si esta reflexión es válida para la judicatura, con mayor motivo puede extenderse a casi todos los ámbitos de actividad. Pienso ahora, concretamente, en el periodismo. En efecto, supongo que, a estas alturas, la creencia en los medios de comunicación inmaculadamente imparciales y objetivos se sitúa en la misma categoría que la creencia en los Reyes Magos y en el ratoncito Pérez. No parece muy razonable esperar que las tendencias de un individuo que tiene una determinada visión del mundo no se reflejen en sus actos de comunicación. Lo que sí debería exigirse es que las tendencias y los sesgos no se traduzcan en deshonestas manipulaciones y tergiversaciones de la realidad. En este punto, el análisis “objetivo��? de los sesgos de los medios se vuelve peliagudo, pues resulta bastante sencillo caer en un juego de espejos donde los sesgos del observador de los sesgos dan lugar a un examen sesgado. En fin, con los calores estivales y la consiguiente astenia neuronal, no apetece entregarse a sesudas cavilaciones ni siseantes trabalenguas. Permítanme, pues, que garabatee unas cuantas líneas un tanto deslavazadas y sin mayor trascendencia.

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