PermafrostÂ
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El paisaje conspiracionista es un terreno de aluvión impregnado de una abigarrada muestra de limo intelectual que, como oportunamente señaló La Vanguardia en su momento, «muy en consonancia con el espÃritu de los tiempos, […] un dÃa apunta a Marruecos, otro a ETA, otro a Francia, otro a policÃas españoles más o menos pilotados por los socialistas, otro a los islamistas, y otro, a todos a la vez» (editorial, 11.6.06). La semana pasada comencé el examen de una de sus vetas más pujantes, que subsume el 11-M en el marco de un golpe de Estado. A este respecto, aduje que una de las funciones que desempeña la referencia a los GAL consiste en establecer un precedente según el cual, si la izquierda, el PSOE o sus aledaños organizaron aquello, nada se opone a que organizasen esto (añado incidentalmente que otro objetivo al que sirve la mención de los GAL es el de reivindicar ciertas credenciales periodÃsticas: “si tuvimos razón entonces, también la tenemos ahora��?). Se me ocurren al menos dos observaciones frente a esta argumentación que, sintéticamente, podrÃan denominarse ‘la objeción moral’ y ‘la objeción racional’. Hoy presentaré la primera y dejaré para un próximo artÃculo la segunda.
Gal, 11-M y el fin de España (2)
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