El dilema de Afganistán

MCEC

¿Nos quedamos y fracasamos con el resto o desertamos de nuestros aliados y nuestras responsabilidades? El reciente fallecimiento de una soldado española en Afganistán ha vuelto a poner sobre el tapete político la conveniencia de incrementar, mantener, reducir o terminar nuestra presencia militar en dicho país. Nuestros soldados fueron allí para contribuir al esfuerzo internacional (ONU, OTAN) de apoyar la normalización política y la reconstrucción física del país tras la caída del régimen talibán, provocada por la ofensiva conjunta de la Alianza del Norte y las tropas americanas en respuesta al 11-S. Las tropas americanas se desplazaron al sur para perseguir a los talibanes huídos por lo que la OTAN aceptó hacerse cargo de la seguridad de Kabul y alrededores, protegiendo así el proceso político -mezcla de tradiciones locales (loya yirga) y estándares internacionales (elecciones)- diseñado por la ONU para constituir un nuevo Estado afgano democrático. En paralelo, la comunidad internacional se volcó en ayuda al desarrollo (Conferencia de Bonn).

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La tesis de la provocación

Permafrost

La atribución causal es un juego curiosamente sencillo y asimétrico: yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así; tú, en cambio, te portas mal porque eres malo. Es decir, mi posible conducta deleznable (y, por extensión, la de los «nuestros»), obedece a constreñimientos externos, a las circunstancias y presiones de la situación, mientras que la deplorable conducta de mi oponente (los «otros») deriva de su inherente disposición malvada. Cabe adivinar cuán fácilmente un sesgo tan básico puede contribuir a exacerbar conflictos políticos. Las justificaciones del mal necesario o, como mínimo, del mal tal vez incluso lamentable pero, en cualquier caso, excusable y comprensible, suelen apoyarse también en este fenómeno. De hecho, parece bastante obvia la relación con uno de los mecanismos de desconexión moral (moral disengagement) descritos por Albert Bandura al estudiar la manera en que las personas racionalizan actos que a priori podrían parecer reprobables, mediante lo que él denomina «comparaciones ventajosas» frente a amenazas reales o anticipadas. El senador estadounidense John McCain ofreció un excelente ejemplo de comparación ventajosa en la convención republicana del 30 de agosto de 2004, refiriéndose a la invasión de Irak: «Nuestra elección no era entre un statu quo benigno y el derramamiento de sangre que supone una guerra. Era entre una guerra y una amenaza aún más grave».

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El precio político (versión 2.0)

Aitor Riveiro

“El Estado español no tiene que pagar ningún precio político a ETA. (…) Si nos situamos en la ecuación el fin de la violencia comporta que hay que pagarle un precio político a ETA, no habría solución. Eso equivale a plantear la rendición del Estado. Con esa ecuación, no hay solución�. Quién así habla no es un miembro del PSE, del PP, del Gobierno ni uno de los muchos que escribimos, con mayor o menor acierto, sobre el proceso de paz. Estas palabras son de Arnaldo Otegi y las publicó ayer La Vanguardia. Definitivamente, algo se está moviendo en la izquierda ‘abertzale’.

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Uribe y el Paragate de Colombia

GCO

Al presidente colombiano, Ã?lvaro Uribe, últimamente le crecen los enanos. Todo iba bien con el desarrollo de su Ley de Justicia y Paz, esa que permite la desmovilización y “reinserción de los grupos paramilitares a la sociedad civilâ€? a cambio, de una “rebajaâ€? de las penas. Las autoridades colombianas estaban contentas por el desarrollo de los acontecimientos. Cacareaban los hombres – y alguna mujer- del equipo de Uribe que casi 31.000 Paras, los miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia, se habían desmovilizado. Todo parecía un éxito pese a las quejas de las miles de víctimas que se atrevieron a cuestionar por qué los autores intelectuales y materiales de las masacres, torturas y expolios pasearían tranquilos por las calles. Cierto es que había voces que acusaban a su gobierno de relación con los Paras y de ser indulgente con ellos, pero no pasaba de meras acusaciones informales. Así las cosas, de golpe, todo cambió.

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“Ostedijk� y la sombra incesante del Prestige

Millán Gómez 

Por enésima vez un barco con mercancías peligrosas surca sin la menor seguridad las costas gallegas sin que las autoridades competentes demuestren firmeza y claridad de ideas para resolver situaciones de este calibre. Un carguero holandés llamado “Ostedijk� se encuentra en estos momentos a escasamente una milla y media de la isla Coelleira, frente al municipio de O Vicedo, en plena costa de Lugo, comarca que se conoce oficialmente como “A Mariña�. Me tranquilizan las declaraciones que en la tarde de ayer pronunció Xosé Luís Méndez Romeu, Conselleiro de Presidencia de la Xunta de Galicia, cuando confirmó que “no hubo ningún vertido, ni siquiera accidental, al mar� y que los informes técnicos afirmaban que “no existía riesgo alguno� de contaminación.  Se agradece notablemente que el gobierno gallego actúe con transparencia y máxima cautela, al igual que durante la crisis de los incendios y de las riadas.

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Arte, impostura y despilfarro

Ignacio Sánchez-Cuenca

Este año se celebraba la vigesimoquinta edición de ARCO, la feria / mercado del arte contemporáneo. No ha habido grandes novedades. Las mismas extravagancias de otros años: un Cristo con un misil en una mano, unos muñecos que simulaban unos cadáveres arrugados de unos niños de unos cuatro años, un mural feísta en el que se representaban unas mujeres con unos falos descomunales…, es decir, la combinación habitual de sexo, violencia, y provocación (caca, culo, pedo, pis) que vienen preparando los artistas desde hace décadas con el fin de llamar la atención y aumentar la cotización de sus obras. Quizá lo más llamativo haya sido la contratación, por parte de un artista genial, de un joven con buena pinta al que descubrió pidiendo limosna en Portugal. El artista se lo trajo a ARCO y le tuvo varios días sentado, con la mano extendida, esperando que la gente le diera algo de calderilla. Una obra de arte para la posteridad, qué duda cabe. Una denuncia escalofriante de la crueldad del mercado capitalista. Un aldabonazo también para los jóvenes mileuristas.

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Macabra coincidencia, unidos en el ordenador de un asesino

Erika Fontalvo Galofre

Alfredo Correa de Andreis era un hombre tan leal a sus principios como testarudo.Por eso ni las persecuciones más humillantes ni las crecientes amenazas de sus verdugos quebrantaron su férrea voluntad, tan firme e impactante como su misma figura que, imponente, alcanzaba casi los dos metros de altura. Anteponiendo la justicia y la verdad, las únicas armas que llegó a conocer durante toda su vida como catedrático universitario e investigador en temas de conflicto, Alfredo se defendió como pudo de los macabros tentáculos de la extrema derecha que lo cercaban sin piedad. Convencido de su inocencia, jamás consideró el exilio como una opción, no huiría, no tenía razones para hacerlo, pero otros no pensaban lo mismo. Alfredo Correa de Andreis fue asesinado el 17 de septiembre de 2004 en medio de una calle de su natal Barranquilla, causando una conmoción nunca antes vista en la región.

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¿Globalización = mileurismo?

MCEC

La globalización pasa generalmente por ser responsable de mantener bajos los salarios de los trabajadores menos cualificados. La globalización sería así la culpable del mileurismo que tanta gente padece en España. Parece lógico, pero no lo es tanto. Hay detractores de la globalización de izquierdas y de derechas. Los de izquierdas arguyen que la globalización y la bajada de las tarifas arancelarias permiten la entrada en nuestros mercados de productos manufacturados más competitivos que los nuestros por provenir de países en los que los costes laborales son más bajos. Dichos costes laborales son más bajos porque los trabajadores de esos países no gozan de ninguna protección social, cuando no están sometidos a condiciones de semi esclavitud.

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El final está cerca

Permafrost

Mi artículo de hoy tiene algo de ligera catilinaria, aunque no es difícil generalizar su idea subyacente. Digo lo primero porque tomo como caso de estudio a una de las figurillas que revolotean en el santoral patrio de la carcunda carpetovetónica, y lo segundo porque tal personaje no es objeto de mi atención por especial merecimiento, sino como mera ilustración de una categoría harto frecuente en los mentideros (nunca mejor dicho) de nuestro desolador panorama mediático. El sujeto de mi malsana curiosidad no es otro que Ignacio Villa, director de los servicios informativos (?) de la cadena COPE. Pero, para no enajenarme inmediatamente a quienes, con buen criterio, recelan de los personalismos, ofreceré primero la reflexión general. El resto será un aditamento para quienes compartan mi morboso interés por la documentación de necedades. Lo que distingue al sectario partidista del común de los mortales no es que aquél presente características de las que éste carece, sino que las manifieste en extremos patológicos.

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La realidad de la nación

Aitor Riveiro

Un 31,4% de los andaluces llamados a las urnas ha votado a favor de su nuevo Estatuto. El ‘sí’ ha recibido 1.899.860 votos (poco más del 36% de las papeletas válidas). Este número equivale al 23,8% de la población de Andalucía (7.975.672 habitantes en total). Es decir, que poco más de uno de cada cinco andaluces está de acuerdo con el nuevo marco jurídico de la comunidad autónoma más poblada de España. Pues estamos bien. Cuando más del 60% de la gente llamada a votar no acude a las urnas, algo está fallando. No es comprensible que el presidente de la Junta, Manuel Chaves, haya declarado: “Andalucía tiene un nuevo Estatuto respaldado y legitimado por un ‘sí’ abrumador, cercano al 90%, y, en esta jornada, eso es lo realmente trascendente y significativoâ€?. Quizá para el viejo político ceutí no sea importante, pero alguien debería preguntarse por qué, en cada cita electoral, menos españoles ejercemos nuestro derecho a voto.

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