Jelloun
Una de las caracterÃsticas del proceso abierto con el alto el fuego de ETA y la decisión polÃtica del gobierno -con el aval del congreso-, de abrir el diálogo con la banda, es la asimetrÃa con que los actores involucrados de una u otra forma en el proceso se desenvuelven ante la opinión pública. El gobierno -al que suponemos, lógicamente, conocedor de la mayorÃa de las claves internas del asunto y, por tanto, de las expectativas razonables de éxito con que pueda contar-, está obligado a mostrarse cauto y actuar con discreción. Mas allá de reafirmar su voluntad polÃtica de intentar consolidar este proceso, el gobierno debe limitarse a alertar a la ciudadanÃa sobre lo “largo, duro y difÃcilâ€? del mismo y lanzar periódicas advertencias al conglomerado ETA-izquierda abertzale sobre sus lÃmites. Pero no puede decir más de lo que dice.
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