A la calle: ¿No es hora ya de pasearnos a cuerpo?

Jelloun

Una de las características del proceso abierto con el alto el fuego de ETA y la decisión política del gobierno -con el aval del congreso-, de abrir el diálogo con la banda, es la asimetría con que los actores involucrados de una u otra forma en el proceso se desenvuelven ante la opinión pública. El gobierno -al que suponemos, lógicamente, conocedor de la mayoría de las claves internas del asunto y, por tanto, de las expectativas razonables de éxito con que pueda contar-, está obligado a mostrarse cauto y actuar con discreción. Mas allá de reafirmar su voluntad política de intentar consolidar este proceso, el gobierno debe limitarse a alertar a la ciudadanía sobre lo “largo, duro y difícil� del mismo y lanzar periódicas advertencias al conglomerado ETA-izquierda abertzale sobre sus límites. Pero no puede decir más de lo que dice.

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