1917

Arthur Mulligan

Apenas quedan cuarenta días para terminar un año en el que se conmemora y algunos hasta celebran, el centenario de la revolución rusa. Intuyo que para muchos de los que frecuentamos DC la emocionante narración de las jornadas de octubre, las imágenes de Eisenstein y la historiografía de los debates previos formó parte de una mitomanía personal que en todo caso reparaba las insuficiencias grises de una dictadura cuyas espesas brumas todavía nos envolvían.

Más tarde, seguramente, las innumerables siestas con la eterna reposición del Dr. Zhivago de David Lean hayan hecho más para fijar como un clavo una impresión popular de aquellas jornadas que las sesudas lecturas de nuestros dieciocho años, al punto de que en alguna ocasión , adolescentes y no adolescentes hablan de la película como si de un documental se tratase.

Como es de rigor, una de las preguntas que cabe hacerse en un centenario puede ser del tipo : ¿ qué queda de la revolución de Octubre más allá de los vestigios desvencijados de enormes estrellas rojas y bustos tártaros gigantescos de Lenin abandonados en los parques radiactivos de Chernobil? O bien, ¿cómo fue posible que Febrero diera lugar a Octubre ?, ¿cómo de Octubre se llegó al Putinato?, o  tantas otras cuestiones de interés sin que necesariamente nos ocupemos de condicionantes contra fácticos. Pero elegimos el periodo Febrero Octubre porque la guerra marcará todo el (¡Jesús, iba a decir proceso !) juego político al punto de que, de no ser por ella, no se hubiera producido la revolución de Febrero. La ideología, lejos de manifestarse como un vector clásico que empuja a las masas hacia objetivos tangibles, ocupa un papel secundario, y es la guerra -tan cruel y devastadora como en el frente occidental – junto a las posiciones de las fuerzas políticas presentes respecto a su administración, la que determinará en última instancia el curso de los acontecimientos.

Pero entre las fechas elegidas se produce algo así como microinfartos que van desestabilizando las nuevas instituciones ya de por sí muy inestables; así, por ejemplo, sucede que existe un fuerte movimiento de defensa de la revolución patriótica liberal frente a los parientes alemanes del zar derrocado, partidarios de continuar la lucha en las trincheras (SR y mencheviques, principalmente), junto a movimientos pacifistas de distinto signo, entre los que aparecen y desaparecen los bolcheviques, para los que lo esencial es volver las armas contra los enemigos de clase.

Todos comparten de momento que la legitimidad institucional sólo puede provenir del sufragio universal que pueda dar lugar a una Asamblea Constituyente y así afrontar los proyectos más esenciales, como una reforma agraria, infraestructuras, división del poder regional, etc., y esto es tan cierto  que los propios bolcheviques tras el golpe de estado de Octubre deben mantener su promesa de elecciones.

Pero antes ocurre la crisis de Julio. De nuevo una derrota en el frente provoca tumultos con víctimas en Petrogrado. El mismo Lenin es incapaz de lanzar instrucciones claras que orienten la situación, a pesar de su talento para incorporar a la tradición marxista científica un elemento decisional y voluntarista que desequilibre una coyuntura crítica en favor del movimiento que dirige. Su tesón y capacidad de convicción no son incompatibles en su caso con la radicalidad de sus posiciones y logra convencer a Trosky y a Kamenev, entre otros, para cortar con cualquier posibilidad de unirse a los otros grupos de izquierda y formar un gobierno de coalición.

Nuevamente, el error fatal de Kerenski y los suyos es continuar asumiendo las reglas de juego en la construcción de nuevas instituciones ignorando los núcleos armados refractarios a cualquier compromiso institucional. Para Lenin solo vale la ruptura, el comienzo de una nueva historia que haga tabula rasa del mundo anterior. Además, para terminar con el golpista Kornilov, Kerenski se apoya en los bolcheviques de Petrogrado, alimentando de esta forma a sus verdugos.

La llegada providencial de Trotsky a la presidencia del comité ejecutivo del Soviet de Petrogrado y la asunción junto a sus camaradas de las tesis de Lenin precipitaron el golpe de Octubre y después el de Enero con el cierre de la Asamblea Constituyente. La debilidad de las instituciones nacientes fue sometida a violencias extremas en un contexto de guerra y, a pesar de todo, ese esfuerzo de construcción institucional gozó del favor de una inmensa mayoría, como quedó demostrado en las elecciones para la Asamblea Constituyente.

Este pequeño resumen quiere significar el valor de disponer de instituciones fuertes que puedan desplazar a favor de las fuerzas democráticas la balanza de la legitimidad cuando en una crisis generalizada se opongan las de la calle y la institucional. El propio Lenin no dejó de repetirlo: ”no se puede ser marxista ni revolucionario si no se considera la insurrección como un arte“.

Estoy convencido de que Pablo Iglesias, en su oportunismo esencial, simpatiza con esta manera de ver la política y que hay algo en él y en sus camaradas que aspira a la esclavitud de los demás. Oportunismo tanto más peligroso que el de Ada Colau y otros, de carácter más alimenticio, porque se nutre del fuego de la gloria, y distinto también del de Puigdemont y afines, porque éstos vienen predeterminados por caerse en el caldero de los druidas desde muy jóvenes.

Espero, después de este año tan crítico para nuestro país, que suceda lo que suceda, cualquier reforma venidera deberá imponerse la obligación de reforzar el entramado institucional de nuestra nación, dotando de mucha mayor estabilidad al conjunto. En esa obligación y en su cumplimiento estoy seguro de que encontraremos a los verdaderos patriotas, a los demócratas españoles que quieren vivir en paz y libertad.

Y para ensoñaciones románticas, el Tema de Lara durante la siesta.

6 comentarios en “1917

  1. Después de hacer un holgado resumen del periodo febrero- octubre de la revolución rusa, Mulligan nos ofrece su moraleja: «Este pequeño resumen quiere significar el valor de disponer de instituciones fuertes que puedan desplazar a favor de las fuerzas democráticas la balanza de la legitimidad cuando en una crisis generalizada se opongan las de la calle y la institucional.» Tiene toda la razón. En el caso ruso, no puede afirmarse que las instituciones rusas zaristas, fueran débiles. pero como dice Mulligan fue la situación de Guerra Mundial la principal causa de la caida de la monarquía zarista. En efecto, la gran desviación de alimentos y carbón a los ejercitos en el frente supusieron una carestía enorme de pan, otros alimentos y carbón para la población civil con la consiguiente elevación brutal de precios, De ahí, las revueltas de febrero (No olvidar lo que debe ser el invierno ruso). El resto del periódo fue consecuencia de que Lenin quiso anteponer el poder de la asamblea los sindicatos (soviets) a la asamblea parlamentaria constituyente. La primera lanzó sus huestes a la conquista militar de la segunda (Palacio de Invierno), conculcando la teoría de Marx de que la revolución comunista debe esperar a que en un país feudal se consolide la transición al capitalismo. Los mencheviques pagaron caro su marxismo teórico.

  2. En el caso del procés de 2017, está claro que la Constitución española de 1978, estaba bien provista de instituciones fuertes. De hecho, en la República la declaración de la República catalana fue rapidamente contestada por el gobierno de España. Lo que ocurrió es que las penas de carcel impuestas a los separatistas fueron amnistiadas por el gobierno del Frente Popular de febrerlo de 1936.
    Posteriormente, Negrín aplicó la legislación existente para poder trasladar el Gobierno Nacional desde Valencia a Barcelona, con tímidas protestas de la Generalitat. En el caso actual hay que felicitar a los padres de la Constitución de 1978 por haber incluido en la misma los artículos antiseparatistas de la Constitución alemana de la postguerra mundial. También al hecho de que Europa no está dividida en distintas alianzas a punto de entrar en conflicto, una de las cuales hubiera seguramente apoyado a una Catalunya republicana.

  3. Todos esperamos que el 2.018 se inicie con una bajada de tensiones, anto emocionales como políticas. Si en Rusia quedó la duda sobre Anastasia, aquí, agotados por el process, buscamos anestesia.

  4. No hay duda sobre Anastasia ni sobre la orden de Lenin para el asesinato de los Romanov. Tampoco sobre la extraordinaria resistencia de los trajes de las duquesas a los disparos por la acumulación de diamantes en sus repliegues.
    La carnicería fue cometida en torno a la medianoche del 17 de julio de 1918 en un escenario magro y vacío, un cuarto de seis metros por cinco del semisótano de la Casa Ipatiev. Con la excusa de un nuevo traslado de residencia y, antes, de una sesión de fotografía, habían llevado a la estancia a los siete miembros de la familia real, junto con el personal que se negó a abandonarlos: el médico personal de Nicolás II Yevgueni Botkin; Anna Demidova, asistenta personal de la zarina; el criado Trupp y el cocinero Kharitonof.
    También mataron a su mascota. Fue un asesinato porque no hubo cargos. Sólo fue un aperitivo para los millones de asesinatos que siguieron con Stalin.
    El process ha sido una conspiración para subvertir la Constitución, un crimen que debe ser castigado con la máxima dureza. No conozco a los anestesistas que menciona Fernando. Acabo de enterarme de que los conspiradores de Omnium y ANC fletan 5 aviones para una manifestación en Bruselas. Contumacia se llama la figura.
    Pues eso.

  5. Cruel el asesinato de la familia real rusa. posteriormente ha habido muchas muertes en masa. Yo ahora me alegro mucho de que Ratko Mladic, el general servio que llevó a cabo la matanza de Sverenica de 4000 jovenes simplemente para hacer una limpieza racial en pleno siglo XX, haya sido condenado a cadena perpetua. Servia contaba con el apoyo ruso para exterminar a bosnios musulmanes, pero Rusia ya no era la URSS

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