¿Por qué Rajoy está mal valorado en las encuestas?

Ignacio Urquizu*

Decir que los liderazgos importan en política no es decir mucho. Pero, ¿por qué son relevantes? Los líderes aportan dos elementos. En primer lugar, dado lo costoso de seguir la política día a día, los ciudadanos suelen buscar atajos informativos. Es decir, muy pocos tienen tiempo para leerse toda la prensa escrita y virtual, complementándola con excelentes obras de economía, sociología, ciencia política o ingeniería que ayuden a comprender las decisiones y los mensajes de los políticos. Por ello, los votantes atienden a cualquier “señal” que les pueda ayudar a decidir su voto. Un buen líder puede ser una buena “señal” y, entonces, es un gran activo político para su partido.

En segundo lugar, las estrategias de los partidos son decididas por sus líderes. Es cierto que reciben mucha información que les ayuda a tomar la decisión correcta. Pero si la estrategia es errónea y se pierden las elecciones, la consecuencia más inmediata es la dimisión del líder y su reemplazo –excepto si eres Mariano Rajoy, puesto que entonces se van todos menos tú-.

Estas dos consecuencias políticas del liderazgo hacen que la elección de un buen líder no sea baladí y se convierta en un recurso político preciado. El primer interrogante que surge es: ¿cómo han sido los líderes en España? El siguiente gráfico resume la valoración de los principales líderes políticos entre 1996 y 2009 según las encuestas del CIS.  Varias son las conclusiones que extraemos.

En primer lugar, los líderes de Izquierda Unida casi siempre han sido los peor valorados. Sólo hay dos excepciones: el inicio “prometedor” de Julio Anguita en 1996 -cuando referentes de la derecha como Pedro J. Ramírez le invitaban a cenar- y un corto periodo entre julio de 2006 y octubre de 2007, estando Gaspar Llamazares mejor valorado que Mariano Rajoy.

En segundo lugar, Mariano Rajoy no ha sido capaz de superar a su antecesor, a quien sus valoraciones medias no han parado de empeorar. De hecho, si la valoración media de José María Aznar en toda la serie es de 4,93, la de Rajoy es de 4,04. Según se mire, podemos concluir que Aznar puso el listón “alto” a Mariano.

En tercer lugar, Rodríguez Zapatero ha sido el líder que más ventaja ha sacado a sus rivales políticos. Entre 1996 y 2000, los líderes del PP y PSOE anduvieron muy próximos en sus valoraciones. Pero una vez se produjo el relevo generacional en el liderazgo socialista, Rodríguez Zapatero ya superaba al entonces Presidente del Gobierno. De hecho, como líder de la oposición estuvo casi siempre mejor valorado que José María Aznar. Y una vez alcanzó el poder, se distanció notablemente del resto de dirigentes políticos. Hay un dato revelador. En toda la serie presentada Rodríguez Zapatero posee la segunda mejor media de valoración -5,16-, prácticamente idéntica a la del más valorado de media, que es Felipe González -5,17-. 

Si nos detenemos con más detalle en las dos últimas legislaturas, desde la llegada de los socialistas al poder, vemos dos tendencias. Por un lado, los dos principales líderes han perdido popularidad. Por otro, las diferencias se han reducido ligeramente, aunque Rodríguez Zapatero sigue por encima de Rajoy. 

Para justificar estos resultados, el líder del PP suele argumentar que su mala valoración se debe a que los votantes socialistas le ponen muy mala nota –le tienen manía-. El gráfico 2 reproduce las valoraciones medias de Rodríguez Zapatero y Rajoy por el electorado rival. Se observa que entre 2004 y 2008, ambos electorados eran igual de “benévolos” con los líderes del otro partido. En cambio, a partir de 2008, el líder del PP parece mejor valorado por los votantes socialistas que el Presidente del Gobierno por los votantes conservadores. Por lo tanto, los datos no sólo no confirman el argumento de Mariano Rajoy, sino que además lo desmienten a partir de 2008.

Quizás, el problema de Rajoy es que los suyos le quieren muy poco, mientras que los socialistas idolatran a su líder. El gráfico 3 presenta las valoraciones de ambos líderes por sus electorados. Al igual que observamos en los datos anteriores, entre 2004 y 2008 ambos dirigentes son igual de queridos entre sus votantes. Las diferencias emergen en 2008, pero ahora el “maltratado” es Rajoy. El aprecio que sienten los votantes socialistas por su líder es ligeramente superior al que sienten los votantes del PP por el suyo. Aunque también es cierto que las diferencias no son enormes y en los últimos barómetros la tendencia muestra cierto acercamiento, gracias a la caída de la valoración del líder socialista entre sus votantes. 

En definitiva, que Rajoy esté mal valorado en las encuestas y sea un lastre para su partido no es producto de la manía que le tienen los demás, sino del cada vez menor entusiasmo que despierta entre sus filas. Además, hay un elemento estadístico detrás de su mala valoración. Por ahora, en las encuestas, los ciudadanos que declaran haber votado a los socialistas en el pasado son más que los que declaran haber votado al PP. Esto significa que los que te valoran razonablemente bien son bastantes menos que aquellos que te valoran razonablemente mal. Dicho de otra forma, si Rajoy quiere dejar de ser un problema de liderazgo para el PP en las encuestas debe lograr dos objetivos: que los suyos le quieran más y que sus votantes aumenten.

*Universidad Complutense de Madrid

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